PIRATAS 17 PARTE 9
En la nave de conexión.
Bajo la luz anaranjada de la cabina, Ariaza le paso unos documentos, diciendo: "Estos pasaportes y certificados los puse a tu nombre, como auxiliar de nave espacial. En su nivel más bajo, querido, pero útil para que puedas entrar en la misma nave en que laboro yo."
"Ah, la ...KAHT 45? -Pregunto Pencrof.
"Así es! Llegaremos pronto."- Aviso ella, y un piloto mírales y dijo: "En trece minutos, exactamente."
"Gracias, piloto."- Dijo ella, amablemente. La verdad era que había tenido que ejercer todo su poder de persuasión para que la dejaran bajar a la superficie cuando esos dos pilotos habían traído documentos importantes al Conde Doposidi, y más encima, captar a Pencrof de pasada.
"Y tú, como has estado?" -Dijo Pencrof, mirándola apasionadamente.
"Estoy embarazada... de ti. "- Dijo ella, apretándole la mano. Pencrof se sorprendió, pero comprendió que debía decir algo, y así dijo: "Oh, qué alegría me das, amor! Un hijo nuestro!"
"Si, como sabes? Ya vi los exámenes, y es un varoncito."- Sonrió ella, contenta. Tener un hijo (o hija) en la Flota Imperial Vironio conllevaba varias granjerías. Dos meses de permiso con goce de sueldo, algunos aguinaldos extras, y si se le destinaba a labores en tierra, casa y víveres mensuales.
"Y ya saben quién es el padre?"- Pregunto Pencrof, sonriente.
"No es necesario en la Flota! Basta que la mujer este embarazada para recibir algunos beneficios!"- Se rio ella, mirándole alegremente. Pencrof noto que los dos tripulantes, que iban en los asientos delanteros, también sonreían, y se dijo que la alegría era algo contagioso.
Pencrof leyó lo que ella le pasara, y se dio cuenta de que su nombre permanecía intacto, con el aditamento de Guzmán en vez de Jaime. Es decir, su nombre oficial seria Guzmán Pencrof.
"No te preocupes por querer saber que harás en la nave, porque yo seré tu jefe!"- Dijo ella en un susurro.
"Ah, que bella jefe tengo!"- Comento él, mirándola embobado. Si no fuera por esta mujer (se dijo) estaría ya de regreso en la cocina para mas labores culinarias, de las cuales poco y nada sabía.
La nave auxiliar termino por entrar a la Bodega de la nave mayor, y se estaciono cerca de un mamparo. Otras naves reposaban allí, solo que sin tripulación por el momento.
Los dos pilotos se despidieron con un gesto de sus manos, y Ariaza dijo: "Ahora ponte un overol de trabajo! Allí, en esa caja! No puedes andar de civil acá."-
"De inmediato. Ah, zapatos! Eso es bueno: estos que estaba usando me quedaban apretados!"- Comento Pencrof, cambiándose de ropa apresuradamente. Ariaza tomo esa ropa sucia y la introdujo en el ducto de los desperdicios; allí se diluiría con ácidos potentes, y probablemente terminaría siendo usada como lubricante.
"Te ves bien."- Dijo ella, apretándose a él, una vez Pencrof estuvo vestido convenientemente.
"Ah, mi amor!"- Dijo él, abrazándola. Ariaza suspiro, diciendo: "Debemos salir ya! Pronto comenzara mi turno de trabajo, y me acompañaras. Siempre un paso detrás mío, es el reglamento."
"De acuerdo. Salgamos."- Dijo Pencrof, y la vio salir ágilmente por la puerta, bajar la escalerilla y caminar rápidamente por el engrasado piso de esa bodega.
Subieron dos niveles usando un ascensor, y ella entro en una sala que olía a fertilizantes. Un tripulante los vio, y dijo: "Ah, llegan a punto! Me retiro."
"Claro, pero dime si hay alguna novedad."- Pidió Ariaza, con tono enérgico.
"Consola 32, plato30. Tiene un color raro en las hojas; le puse desinfectante, pero deberías revisar."- Respondió ese tripulantes, que se retiro de inmediato, casi sin mirar a Pencrof.
"Es Luido. Un buen agrónomo hidropónico, pero muy poco dado a regalar sus minutos fuera del turno."- Dijo Ariaza, mirando algunos indicadores que estaban insertados en tanques con líquidos nutritivos. Pencrof pensó que esa sala parecía un verdadero bosque de plantas, muchas con frutas colgando de sus ramas, bajo luces infrarrojas que les proveían de nutriente.
"Esto es bello! Un parque dentro de una nave espacial!"- Dijo Pencrof, sonriente. Ariaza le fue indicando que hacer, lo dejaba solo unos momentos, y volvía con mas indicaciones. A las cuatro horas después, entro otro tripulantes, saludando.
"Gooiei reportándose! Como va todo, Ariaza?"
"Todo controlado. Te presento al ayudante Pencrof. Trabajara conmigo."- Aviso ella, mirando a Pencrof seriamente.
"Ah, muy bien! Siempre viene bien otro par de ojos! "- Comento Gooiei, y se desintereso de ellos, yendo a mirar las plantas.
"Vamos? El turno acabo."- Dijo ella, y le guio por varios corredores, en los cuales se cruzaron von otros tripulantes, que parecían todos ir de prisa a alguna parte.
Ella entro en una cabina, tras abrir con su huella digital apoyándola en una placa negra al medio de la puerta, y dijo. "Vamos a compartir cabina, querido. Así te tengo más cerca!"
Y al quedar dentro y con la puerta cerrada, se entregaron a mil caricias y palabras de amor.
Mientras gozaba del amor de Ariaza, quien se prodigaba abiertamente y con gusto, Pencrof se dijo que el amor duraba cual una flor de temporada, y luego venia la rutina y el desapego, pero la llama inicial valía por todas las penas y penurias que pudieran llegar más tarde.
Al día siguiente, ella le llevó al comedor y se sirvieron a su gusto de la máquina procesadora de alimentos. Siempre Pencrof había dudado de esas máquinas, ya que procesan tanto verduras frescas como materia orgánica que nadie en su sano juicio se comería, pero como se decía, debidamente tratada con químicos y filtros, no hacia ningún daño.
Tras el desayuno, se fueron a las cámaras de hidropónicos, en donde ella le enseñó lo básico, y lo dejo trabajar tranquilo, hasta la hora de almuerzo, en que les llegaron sándwiches y bebidas; no podían irse antes de ocho horas de turno, así es que siguieron laborando hasta completar el horario.
"Ves? Ahora podemos ir a comer de nuevo! Y a la hora que quieras, pero nunca a la hora del turno."- Aviso Ariaza, tomándole del brazo.
"Y que hace el capitán con su nave dando vueltas alrededor del planeta? Eso es todo?"- Pregunto Pencrof.
"Oh, no! Siempre ocurre algo allá abajo, y si se puede solucionar con envíos desde la órbita, así se hace, pero si la cuestión es más problemática, el Capitán envía una o dos naves auxiliares con el personal adecuado, y por ello los tripulantes deben siempre estar atento a las llamadas que se nos hacen.
"Y tú, a veces has bajado a la superficie, tal como cuando me hallaste?"-Pregunto Pencrof.
Ella le paso la mano por la mejilla, y respondió: "Así es, amor! Una corazonada fue la que me llevo allá! Tuve la información de adonde estabas, y cuando nadie te hallo en la cocina, se me vino el mundo encima. pero tú me esperabas cuando menos lo pensaba!!"-
"Es Dios, que une a las almas gemelas!"- Comento Pencrof, quien sabia que nada se le pasa por alto al Creador del Todo.
De tanto recibir recomendaciones en su trabajo de horticultor, Pencrof quedo de planta, y tenía todo ordenado en su vida, olvidando a la persona sintética que le seguía esperando en la Luna Seis. De ella nada le había informado a su mamífera pareja, Ariaza, ya que de hablar de tales cosas produciría una nube en la relación.
Es que muchas personas pensaban que el tener mujer sintética era transformarse en un fetichista, una persona que tenía su percepción de la realidad distorsionada.
Cincuenta días después de su ingreso a la nave....., Pencrof fue designado para una misión en la superficie, sin la compañía de Ariaza, quien dijo: "Pedí ir, pero se me negó la posibilidad. Creo que es una misión de rescate, algunos colonos se establecieron en la costa norte del continente........, y allí no había nadie más que ellos, excepto animales y plantas. No se ha recibido comunicación desde hace meses, y desde el aire se ve el lugar sin habitantes."
"Todo un misterio. Me gusta."- Dijo Pencrof, ya que le agradaba le tomaran en cuenta como un miembro activo de la tripulación.
"Ten cuidado, quiero que vuelvas sin un rasguño!"- Dijo ella, melosa.
El oficial Suicorio Vardin les reunió en una sala y dijo: "Vamos a buscar a una colonia en la costa del continente Zonio, de la cual se perdió con tacto hace dos semanas ya. Nuestra misión es hallarles, proveerles de raciones, mejorar a los enfermos o traerlos al quirófano si es necesario. No es una misión de más de tres días, así es que la opción de veraneo no es optativa."
Al oír aquello, muchos sonrieron, conociendo que el oficial .... gustaba de espolvorear humor en sus mensajes. Luego de explicar algo más de que se haría, se les llevo a la nave auxiliar y en ella bajaron raudamente al punto indicado, ya que precisamente la nave nodriza pasaba en ese momento por el sector, daría una órbita mas al planeta, calculando quedar ya en órbita fija sobre el punto elegido, a la espera del regreso de la nave menor.
Pencrof recordaba sus viejos tiempos de astronauta, y sin embargo su corazón latía con excitación, pues pareciera que su cuerpo físico le estaba diciendo que esta no iba a ser una misión de ayuda y rescate de tres días.
La nave auxiliar aterrizo a dos kilómetros de la población, a la que previamente circunnavego a doscientos metros de altura, constatando que sus edificios y calles no mostraban ningún signo de seres humanos, aunque se divisaron algunos animales salvajes merodeando sin problemas.
"Esos son Muones, amigo! No te fíes de su aspecto! parecen perros grandes, pero son carnívoros y nada de amigables! Cazan en manada o en solitario, les da lo mismo!"- Dijo alguien cerca de Pencrof. Este le identifico por el parche en su traje, en que constaba su nombre y rango: Marton Vegena, Oficial de Enlace.
"Claro, lo tendré en cuenta."- Respondió Pencrof, pero el otro ni le miro, y fue como si el comentario hubiera sido dirigido a las azulinas nubes que sobrevolaban sobre el terreno, a 800 metros de altura.
Aterrizaron al final de una avenida, flanqueada por dieciocho edificios de cuatro pisos. El oficial Vardin envió a cuatro Keblars a asegurar el perímetro, no permitiendo a nadie bajar hasta que estos robots no terminaran su labor.
"Acá no puedo permitirme lujos! Tenemos tiempo de sobra. No quiero heridos ni menos muertos!"- Dijo a los dieciocho exploradores que iban en esa nave auxiliar. Estos se aburrían en la nave, pero debieron esperar 20 minutos antes de que los Keblars informaran, por radio: "Todo despejado, comandante. hemos dado muerte a siete culebras de dos metros cada una, y a un Muone que se resistía a dejar de atacarnos."
"Bien, rodeen la nave y estén atentos a cualquier peligro. Disparen a matar si es necesario." Pidió el oficial Suicorio Vardin, abriendo la esclusa y saliendo fuera.
El olor picante del aire, con un leve aroma a podrido, hizo que Pencrof estornudara estentóreamente. Algunos le miraron, burlonamente, ya que suponían no era oriundo del planeta y por ello la alergia.
Suicorio Vardin miró a Marton Vegeria, diciéndole: "hágase cargo de ocho hombres, y vaya revisando edificios por la izquierda. yo iré por la derecha. Cualquier cosa me informa por radio."
"A la orden, comandante."- Respondió Marton Vegeria, alegrándose de ser ahora un oficial al mando de diez hombres.
Marton eligió a Pencrof y a siete otros voluntarios, y entraron en el primer edificio, que tenia las puertas sin llave. Todo se veía ordenado, aunque polvoriento.
Marton dijo: "Acá han pasado al menos dos meses! Miren el polvo que hay! "- Y revisando la cocina, pudieron ver que no se había cocinado nada en mucho tiempo.
"Es como si se hubieran ido. Veamos los demás edificios."- Pidió Marton, y tras llegar al final de la calle revisando, se juntaron con el otro grupo, en donde Vardin dijo: "Nada acá. Y Uds., hallaron algo?"
"Nada, comandante. Es como si se hubieran desvanecido en el aire!"- Exclamo Marton, dándose una palmada en la pierna, cuál era su costumbre al querer enfatizar algo.
CAPITULO 7.
LOS CEFALOPODOS SAPIENS.
-
A 500 kilómetros de allí, en línea directa hacia el cenit, la nave de los pulpos sapiens orbitaba con sus sistemas de camuflaje encendidos. El paje Ouor se acerco al duque Hudio y dijo: "Su Señoría, hemos detectado movimiento en la ciudad de abajo."
"Ah, rescatistas! No hallaran nada. Dígale al capitán Susoir que no se preocupe! Estos simios parlantes no tienen mucha inteligencia."- Dijo el Duque Hudio, dentro de su tanque de trabajo, expulsando un liquido verde por su vacuola. El sistema de filtrado eliminó rápidamente aquel viscoso fluido y reguló la temperatura a 17 grados, que era lo normal en los tanques de habitación.
Ouro se apersonó ante el capitán, usando el tubo comunicador entre puentes, y dijo: "Capitán, el Duque Hudio le informa de no preocuparse ya que los humanoides no raciocinarán correctamente."
Susoir extendió sus tentáculos al (supuesto) cielo, diciendo: "Estos nobles aristócratas siempre tomando todo a la ligera! Claro que los humanoides razonan diferente, pero tienen la capacidad de llegar al meollo del asunto! Tenemos a la población humana en la bodega de hibernación, lista para ser enviada a Gran Tuberio, en el planeta CD- 393. Me pregunto qué demora al Carguero 020 en llegar acá!"-
"El último informe fue que vienen a 3 parsecs de distancia, capitán."- Dijo el primer oficial Oudo, desde su cápsula de comando.
"Ah, claro! 18 días más, y ya podremos descargarles! "- Dijo el capitán Susoir, mirando con su gran ojo hacia la pantalla del radar.
Our miro al reloj de muro y pensó que tenía unos veinte minutos disponibles antes de que el Duque Hudio requiriera su presencia con algún pretexto, y por ello se deslizo por los tubos comunicantes hasta llegar a la sala de radares, en que laboraban dos tripulantes: una de ellas era Louria Sciri, la más bella de la tripulación, o quizás, la que le interesaba más al paje Our...
"Hola, mucho trabajo?"- Pregunto Our, mirándola con su ojo romántico.
Louria Sciri dirigió su ojo hacia el paje, y movió suavemente un tentáculo para tocarle la cabeza, mientras decía: "Ah, eres tú, y que vienes a hacer acá? No te tiene trabajando el Duque Hudio?"
"No por el momento. Vine a verte. Eres tan bella!!"- Dijo Our, yendo al ataque de inmediato. Ella expelió algo de fluido rosado- verdaderamente de un color hermoso- y respondió: " Ah, tu siempre tan adulador? Le dices lo mismo a todas las mujeres del navío?"
"Solo a ti. Me tienes muy enamorado."- Expreso el pulpo sapiens, moviendo su tentáculo mayor en forma amenazante.
"No se te ocurra enviarme tus esporas germinadoras en mi lugar de trabajo! Sabes que soy soltera!"- Recrimino la hembra, dirigiendo su mirada a los controles. No venia ningún objeto cerca, y el planeta orbitaba debajo con un tono grisáceo.}
Goro Umbriolllo, el segundo radarista, dijo: "Se te ve bastante interesado en esta dama. Por que no te das un baño de realidad? Ella no te busca ni te desea como pariente cercano. "
Esto molesto bastante a Our, quien dijo: "Tu no debes inmiscuirte en las conversaciones que no te competen."
El radarista Goro expelió una nube negra que oscureció el ambiente por unos instantes, suficiente como para obnubilizar la mirada de Ouro, y luego que se disipo con la ayuda de los filtradores de moléculas, pudo ver que Goro tenía alzada su tentáculo mayor, probablemente para amenazarle físicamente.}
"Está bien, veo que no se puede conversar civilizadamente aquí ! Nos vemos, bella mía!"- Dijo Ouro, y se retiro apresuradamente, ya que no quería ser amonestado por interferir en la labor de los radaristas de a bordo.
Goro movió algunas perillas, diciendo: "Ese acosador es un peligro para la seguridad de la nave; con sus interrupciones indebidas! Deberías avisar al capitán de lo que está sucediendo con el."
Ella movió sus tentáculos levemente, diciendo: "No quiero producir mal a nadie. Es un joven impulsivo, nada mas."
Goro Umbriollo toco la cabeza de la dama por un segundo, diciendo: "Sabes que me preocupo por ti. Una palabra tuya, y me deslizare a la cabina del capitán a avisar de lo que te está haciendo ese paje entrometido."
Louria Sciri movió lánguidamente uno de sus tentáculos menores para reajustar un dial indicador y dijo: "No será necesario. Le hablare en horas en que ni él ni yo estemos de turno. Gracias de todos modos."
Goro Umbriollo no tenia deseos de abandonar su propia soltería, pronunciándose como pareja para la dama, pero tampoco quería que un paje, que generalmente no tenían una profesión adquirida tras estudios, se llevara a una dama profesional a su hábitat y lograr tener gran descendencia.
Louria Sciri no tenia deseos aun de aparearse, ya que su edad era de un año; aun faltaban dos para que su vida terminara, y según la tradición , debía aparearse antes de los tres años, o moriría sin descendencia. Por ello, el tiempo de trabajos en una nave era generalmente corto, sobre todo para las hembras. Dos años era la norma, aunque era optativo: podía ser menos o más, según el deseo de la hembra.
Algunas horas después, el duque Hudio llamo a su estanque al capitán Susoir, para decirle: "Dígame que más sabe de esos humanoides de allá abajo."
Susoir entendió que le estaban preguntando no de la generalidad de los humanos en el planeta, sino que solamente de los expedicionarios llegados a ese conjunto de extracción de materiales, y dijo: "Siguen investigando. Andan a pie, lo que dificulta su estudio de la situación. Supongo que pronto se aburrirán y volverán a la nave de la cual provienen."
"Es decir, sin saber nada del motivo de la desaparición de los colonos que captamos nosotros."- Comento el duque, bebiendo de una botella.
"Así es, Su Señoría. Dudo de que les envíen de nuevo."- Indico el capitán Sus oír.
"Tenemos capacidad de alojar algunos más en las bodegas de criogenización. Qué tal si nos apoderamos de estos investigadores?"- pregunto el duque Huido, con un giro de su tentáculo mayor.
"Supongo que crearíamos una alarma en la nave madre, Su Señoría. Vendrían aquí en esa nave y creo que tratarían de averiguar con medios electrónicos más sofisticados del motivo de los desaparecimientos."- Dijo el capitán Susoir.
"Ah! Cree Ud. que sean capaces de detectar esta nave?"- Inquirió el duque, dejando la botella flotar hacia la parte superior del tanque.
"Su pobre tecnología lo hace impensable, Su Señoría. Esta nave es de las mejores de la flota."- Contestó el capitán Susoir, no sin cierto tono de orgullo.
"Claro que sí. Bien, envié a raptar a todos esos homínidos, y vea que sean hibernados. Creo que con esta redada completaremos nuestra misión aquí, y podremos volver a la civilización. Buena suerte."- Dijo el duque Hudio, moviendo un tentáculo en dirección a un tubo de salida, por el cual fluyó el capitán Susoir, no sin cierto nerviosismo: no le gustaba la orden dada por el aristócrata, pero no había modo de contradecirle: el duque era el comandante de la nave.
Pencrof.
Pencrof durmió en la nave, igual que los demás del grupo de exploradores, dentro de la nave que era resguardada por los Keblars fuera de ella. El aire era pesado y Pencrof despertó a las cuatro horas de quedarse dormido, con el ruido de ronquidos y ocasionales pedos de los hombres. Miro en rededor, y viendo que todos yacían en el mejor de los sueños, salió al exterior, y vio las luces verdes que tenían los Keblars en sus pechos, tenues en la oscuridad. Uno de ellos se le acerco, diciendo: "Señor, se le ofrece algo?"
"Nada, gracias. Solo quiero respirar aire puro, a pesar de que acá el aire no es del mejor, si lo comparamos con otros planetas."- Replico Pencrof. El Keblars espero cinco segundos antes de decir: "Este planeta tiene el 70 por ciento de la masa atmosférica en los primeros 10 kilómetros de altura, desde la superficie marina. Los principales gases que la componen son el oxigeno, al 17 por ciento, el nitrógeno con el 50 por ciento, seguidos del argón, el dióxido de carbono, el vapor de metano y el vapor de agua. Creo que la diferencia con el planeta que Ud. viene podría tener más oxigeno que nada."
"Tienes razón. Lo echo de menos, pero nada que hacer, estoy prisionero de Uds. los Vironio."- Acoto Pencrof.
"Prisionero, señor? He oído algo de ello sobre algunas personas, y siento que Ud. sea una. Si fue capturado, sus posibilidades de regresar a su nación planeta, son nulas."- Dijo el Keblars, retirándose.
Esto hizo que Pencrof reafirmara su decisión de escapar en una nave apenas pudiera, pero sin otros confabulados, era imposible, y en el grupo actual en que estaba, nadie lo secundaria.
Volvió a su lecho sin deseos de seguir pensando en huidas, porque el asunto le deprimía sobremanera.
Al amanecer el oficial Suicorio Vardin les reunió cerca del navío en que recientemente habían pernoctado, y les dijo: "Volveremos a revisar el asentamiento, esta vez en los sitios adyacentes. Cualquier objeto que encuentren, lo van a poner en bolsas, y revisaremos lo hallado, quizás nos den una pista."
Los dos grupos volvieron a constituirse en los lados de las construcciones, y caminaron mirando el suelo, y tomando todo lo que veían perteneciente a ropa u objetos de los desaparecidos habitantes. Hallaron muchos desechos vegetales, algo de ropa y calzado viejo y usado, y se reunieron al final de la calle, al mediar la tarde. Allí juntaron todo lo recolectado, y el oficial Suicorio dijo: "- Veo que hay mucho desperdicio entre medio! Fijémonos primeramente en la ropa. Vean si tienen huellas de sangre, o cortes extraños."
Mientras el grupo se afanaba en ello, una nave auxiliar de los cefalópodos sapiens bajo raudamente, les roció con gas adormecedor, y todos tosieron, agitaron brazos y cayeron desmayados al suelo. Los Quebrar se pusieron en guardia, pero no fueron rivales para los cañones de ondas de los pulpos, que dañaron sus circuitos al punto de quedar inutilizables totalmente. Quedaron como estatuas de metal y plástico, inmóviles y silenciosos.
De la nave auxiliar bajaron algunos esclavos de los pulpos, gente humanoide de varios mundos lejanos, y procedieron a meter en bolsas a los subordinados del oficial Suicorio Vardin, y les izaron a la nave madre.
Mientras esto sucedía, el duque Hudio llamo al capitán Susoir, diciéndole: "Tenéis ya a los humanoides a bordo, capitán?"
"Aun no, Su Señoría, pero están siendo traídos a bordo en este momento."- Replico Susoir.
"Bien. Cuando lleguen, hibérneseles, para tenerlos listos cuando aparezca la nave carguera."- Ordeno el duque Hudio.
"A la orden, Su Señoría."- Acato Susoir la orden, expulsando algo de detritus, que fue captado por los filtros y neutralizado antes de que el duque se diera cuenta.
Pencrof, debidamente inconsciente, fue sacado de la bolsa en que había sido trasladado, y llevado a una capsula de hibernación portátil, en donde quedo junto a los demás de su grupo. Los esclavos se retiraron a sus cabinas, esperando nuevas órdenes.
Una hora después, la nave carguera se aproximó al Destructor Espacial y su capitán envió al oficial de enlace a conversar con el capitán Susoir.
"Venimos a buscar a los nuevos esclavos, capitán. Los tiene listos para el viaje?"
"Así es, los capullos están dispuestos. Acerque su nave y conecte el tubo neumático a la esclusa de babor. Allí se los entregaremos."- Aviso el capitán Susoir.
"A la orden, capitán."- Se refocilo el cefalópodo sapiens, regresando a la nave carguera a bordo de su esfera voladora.
El duque Hudio llamo al capitán Susoir, preguntando. "Y, ya entregamos a los esclavos humanoides? Quiero irme de aquí."
"Estamos en eso, Su Señoría. Un par de horas más, y seria."- Comunicó el capitán, retorciendo dos de sus brazos.
"Bien, entonces. Cuando estemos libres de todos ellos, avíseme para dar la orden de partida."- Dijo el duque, lanzando un chorro negro de tinta: era su modo de terminar la entrevista.
Susoir se lamento estar bajo las ordenes de un noble tan mal educado, y se deslizo por los tubos acuíferos hasta llegar a las cercanías de la esclusa de babor. Vio que aun descargaban capsulas con hibernados dentro, y pregunto al paje Ouro, que se movía por allí: "Cuantos faltan por entregar, ayudante?"
"Treinta más, capitán Susoir. Se van todos hacia CD393, también algunos tripulantes que han ido enfermando en el viaje."
"Ah, por supuesto."- Dijo el capitán Susoir, pensando en todos los que ya tenían dos años de vida, y que pronto deberían empezar a pensar en dejar todo en regla antes de partir al Oriente Eterno: eran ellos los que dejaban el Destructor a cargo del comandante y duque Hudio...
Dos horas más tarde, el carguero se alejaba con su macabra carga, y el duque Hudio ordenaba partir con rumbo a la estrella HD 390, de la cual el planeta 5 albergaba su hogar natal.
Ese viaje tomó cuatro meses de aburrido andar, y al llegar al planeta HD 390-5, el destructor fue recibido con los pitazos de rigor en la rada de la Base Espacial numero 5. El duque pidió le llevaran a su caverna materna, en donde se unió en matrimonio con la dama Didonia, la cual, tras la unión sexual, dijo: "Tengo el honor de recibir tus semillas, noble Hudio. Ya sabes del ritual, sabes de nuestro destino, y no te apenes ni por mi ni por ti: dejaremos a nuestros hijos seguir con la tradición de la nobleza, y espero que todos ellos den más lustre a nuestro linaje."
Esto decía Didonia, porque por todos sabido es que los cefalópodos de todo el universo tienen la misma triste condición : pocos años de vida, y la muerte llega súbitamente tras el apareamiento: el macho muere de senectud acelerada, y la hembra, tras cuidar de sus hijos e hijas, muere en el lapso de dos meses.
"Es el destino el que nos une y nos lleva al olvido. Que así sea."- Dijo el duque Hudio, recitando la frase ancestral de su estirpe.
CAPITULO 8
En el planeta 5 de la estrella HD 390-5.
En el mundo HD 390-5
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